15 de diciembre de 2024
Jürgen Klinsmann entrenando a la selección alemana.

Jürgen Klinsmann: el panadero de Stuttgart

Jürgen Klinsmann en un partido del Mundial de Italia 1990
Jürgen Klinsmann en un partido del Mundial de Italia 1990 – Foto de www.bundesligafanatic.com

«Dame una pistola niño» «Ponme un pan redondo» «Jürgen, dámela más cocidita» «Una de boutique para mí» (ya no se ve lo del pan de boutique). Anda que no habrá escuchado veces frases de estas el bueno de Jürgen Klinsmann. Porque uno de los delanteros míticos de la década de los noventa era hijo de un panadero.

Cuando yo iba al colegio, un compañero también era hijo de maestros en el arte de la harina y la levadura. En el rótulo que daba la bienvenida al establecimiento aparecía la palabra ‘Pastelería’. Por eso, a este chico se le conocía como el pastelero. No era un alarde de originalidad, lo sé, pero es lo que había. Y me imagino que a Klinsmann le pasaría eso en clase y en su trabajo.

El caso que este delantero, no sólo horneaba pan, sino también goles. Jürgen Klinsmann se dio a conocer con aquel Stuttgart que sucumbió en una final de la UEFA ante el Nápoles de Maradona antes de dar el salto al Inter de Milán junto a sus paisanos Lothar Matthäus y Andreas Brehme. Pero para nosotros, su imagen siempre va asociada a la preciosa camiseta de Alemania de los noventa y a ese dorsal 18 que portaba.

Jürgen Klinsmann presume de ser ídolo de los aficionados del Tottenham Hotspur. Cuando llegó a Inglaterra le odiaban por eliminarlos en un Mundial, pero acabó convirtiéndose en leyenda. También se vengó de Maradona ganando el campeonato del mundo de 1990 en una final con los argentinos en la que fue clave.

Pero un detalle que no recordaba de su carrera es su paso por la liga francesa. Klinsmann vivió su periplo francés jugando en el AS Mónaco. Dicen las malas lenguas que no fue allí con la intención de marcar goles, sino con la de perfeccionar la receta de la baguette. Un panadero nunca descansa.

Después de retirarse se instaló en California y se pasó a los banquillos. Como seleccionador alemán revolucionó la manera de jugar a la que estaban acostumbrados en su país. Aunque es cierto que cuando dirigía a Alemania se decía que era el motivador, que el que se manchaba los dedos con tiza era Joachim Löw. Ahora que se dice que el Barça quiere a Hansi Flick, se comenta que era él el que sabía de táctica y no Löw. Por lo visto ninguna tenía ni idea.

Quizá Jürgen Klinsmann no se manchaba las manos de tiza, pero sí de harina. Como Chema el de Barrios Sésamo, el delantero de Stuttgart, Inter, Mónaco, Tottenham Hotspur y Bayern pasea su delantal manchado por los Estados Unidos. Ahora en la panadería familiar del distrito de Botnang en Stuttgart incluyen bagels en su mostrador junto a los bretzels.

Jürgen Klinsmann entrenando a la selección alemana.

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