por 
Para cualquier aficionado del Betis o del Athletic, calificar de derbi a sus enfrentamientos debe de ser una tremenda gilipollez. Y no creo que haga falta ser seguidor de ninguno de los dos equipos para pensar lo mismo. No puedo culparlos. De hecho, comparto la opinión con ellos. Pero entonces, ¿a qué viene este artículo?. Calma, las explicaciones vienen a continuación.
Sé que es una pedrada mía, pero cada vez que me siento en el sofá a ver fútbol y juegan estos dos clubes, tengo esa sensación de derbi. Y como muchas de estas asociaciones absurdas de ideas, es algo que viene de la infancia y primera adolescencia. Se podría decir que el gran culpable de todo esto sea Kappa, la marca deportiva que en los años noventa vestía a ambos equipos. Y los diseñadores de la época, en sus brainstormings en las oficinas de Turín llegaron a la conclusión de que no había que complicarse la vida con los clientes españoles. ¿Los dos visten a rayas? Pues la misma camiseta, pero una con lineas rojas y la otra verdes y a facturar.
Acostumbrados a las camisetas lisas, de un sólo color, estas equipaciones a rayas entraban con entusiasmo por lo ojos de la chavalada. Encima durante esos años pasaron mitos que convirtieron en icónica esa camiseta. Sólo pensar en la verdiblanca enfundada sobre Alfonso Pérez, Robert Jarni o Finidi George me eriza la piel. O ver portar la rojiblanca mitos como Julen Guerrero, Joseba Etxeberría o Ismael Urzáiz.
Pero si esto no es suficiente para enlazar las dos camisetas, en el año 1997 entra en escena un tal Roberto Ríos. Un tío nacido en Bilbao que jugaba en el Betis tras pasar por su categorías inferiores, centrocampista del que sinceramente no recuerdo nada sobre su juego y que de repente ocupa todos los titulares de la prensa deportiva. El Athletic va a la sucursal más cercana de la Kutxa y saca dos mil millones de pesetas, que son unos doce millones de euros, para traerse a Roberto Ríos.
Aquello fue una conmoción tremenda. Hay que pensar que ese tipo de cifras se gastaban en estrellas de relumbrón. Por poner un ejemplo, el fichaje de Ronaldo el bueno por el Barça costó unos 2.500 millones de pesetas. Roberto Ríos se convirtió en el jugador español más caro de la historia. El Chelsea y la Premier League en general, ya se ha ocupado de copar la clasificación con las adquisiciones de españoles más cara.
Por lo tanto, las camisetas del Betis y del Athletic y su transformación en un derbi que sólo vive en mi cabeza, sólo tiene explicación a través de la nostalgia. Porque no hay que olvidar que es en la infancia y en la adolescencia cuando se nos graban en el cerebro todos estos mitos y todas estas imágenes. Así que desde aquí, reivindico a quien corresponda la homologación, que se consolide estos partidos como un derbi más.
