Quizá sea injusto que cuando pensamos en Suiza lo primero que se nos venga a la cabeza sea ‘evasión de impuestos’. Luego ya vienen el chocolate, la fondue y los Alpes, pero el fútbol no lo tenemos en nuestra prejuiciosa lista de cosas típicas. Y no por poca tradición. Al menos por parte de su selección que siempre suele tener participaciones decentes en los torneos. Incluso ha dejado para el recuerdo a jugadores que nos caían simpáticos como Philippe Senderos – porque tenía una madre o un padre español – o a Barnetta por llamarse Tranquillo. Pero en los noventa en el fútbol alemán goleaba un delantero suizo que en tiempos preparabólicos y de internet imaginábamos como una especie Erling Haaland de la época: Stéphane Chapuisat.
Pura potencia y un físico espectacular al servicio del gol. Da igual como: de cabeza, con ambas piernas, en velocidad. Gol, gol, esa es la definición de Chapuisat. O no. Delantero de esos que llaman falsos nueves: exquisito técnicamente, pocos goles, pero mucha aportación al juego del equipo. La escasez goleadora la compensaba con asistencias a sus compañeros de delantera. Quién sabe cuál de las dos descripciones se asemeja más al que fue su juego. En Youtube se puede encontrar alguna recopilación de sus goles que nos podría facilitar la tarea, pero… ¿para qué? El objetivo de la sección, por si no ha quedado claro, no es ese.
¿De dónde nos llegaba la fascinación por este futbolista? Seguramente por la atracción hacia lo desconocido. Porque partidos suyos veríamos los justos y no exagero si digo que con una mano tendríamos dedos de sobra. Y es que muchachos, antes no era tan fácil seguir el fútbol internacional – más allá de los partidos de Champions – como la final que gana con el Borussia Dortmund en el 97.
Pero la clave de su éxito fuera del fútbol alemán estaba en ese combo entre apellido molón, novedoso y por lo tanto, exótico, junto a la camiseta amarilla fosforita que lucía en el Borussia Dortmund de la época. En general, lo fosforito nos alucinaba: chándales de táctel, rotuladores, pulseras. Cualquier objeto que pudiera provocar epilepsia era bien recibido entre la chavalería.
Con el BVB hizo 123 goles que le colocan entre los diez máximos goleadores de la historia del club. Pero curiosamente, siendo uno de los jugadores suizos más presentes en nuestra imaginación noventera, por encima suya hay bastantes futbolistas que le han adelantado como goleadores históricos. Se ven nombres más esperados como el de Alexander Frei o el de Xherdan Shaqiri y otros como la eterna promesa de ya 31 años Haris Seferović.
Con una Champions y dos ligas alemanas en sus bolsillos, la imagen más icónica de Chapuisat en la Bundesliga está ligada a las artes marciales. En un Borussia Dortmund – Bayern de Múnich de 1999, nuestro recordado delantero tuvo que esquivar con la destreza de Jackie Chan en El mono borracho en el ojo del tigre una patada de Kung-Fu de Oliver Kahn con los tacos por delante que podía haber dejado a Chapuisat como un queso suizo. Hubiera sido una deliciosa paradoja.