A más de uno le parecerá un sinsentido venir ahora en 2024 a hacer una crítica de una película estrenada hace once años. Lo único que os puedo decir es que de una película se habla cuando se ve, y hasta ayer no me dejé caer por Diamantes negros del director Miguel Alcantud, una de esas cintas que tienen al fútbol como eje vertebrador y que descubrí gracia al libro Barullo en el área de Carlos Marañón.
Esta película tan futbolera se mete en uno de esos temas relacionados con el fútbol de los que intentamos no saber. Porque más allá de la pasión que sentimos por él, nuestro subconsciente quiere mantener ese vínculo entre el fútbol y la inocencia del juego, tan ligado a la inocencia infantil. Por eso, intentamos que historias como la de Diamantes Negros no se posen ante nuestros ojos para no perder esa candidez. Pasa con este terrible problema del que se habla que es el tráfico de menores con estos dos críos a los que traen en Mali con la promesa de convertirlos en futbolistas profesionales, hipotecando a sus familias en África, para luego engañarlos y en muchos casos, acabar dejándolos en la calle.
No nos gusta que nos digan que, en el fútbol, ese que siempre presume por sus valores, también se esconde algo tan oscuro como esto. Ya lo vimos con el Mundial de Qatar. A muchos les escandalizó durante algunos días la ausencia de respeto de los derechos humanos, pero casi nadie apagó la televisión para intentar boicotear o al menos hacer algo de daño a la organización de aquel torneo. “De qué va a servir que yo no lo vea”, dijeron muchos. Así nos va.
Pero para frases tópicas la de “no hay películas buenas de fútbol”. Bueno, pues cuidado con estas afirmaciones tan tajantes (no es una amenaza). El fútbol entraña una dificultad extra a la hora de hacer un buen producto audiovisual que es el rodar las escenas de juego. Canta mucho en algunas películas o series lo mal coreografiadas que están las escenas sobre el césped y hace aún más daño a la vista la evidencia la falta de talento de muchos actores.Al fútbol en la gran pantalla le falta naturalidad y esa es la gran virtud de Diamantes negros. No sólo por las escenas de juego, que resultan convincentes gracias a ese caos del fútbol que practican los críos en las calles y que por ese realismo nos convence.
La naturalidad es clave en la película. No sólo por las escenas de fútbol, sino también por la interpretación de sus dos protagonistas. Los actores, Setigui Diallo y Hamidou Samaké, convencen por eso, por su credibilidad, por hacernos sentir que lo que vemos va más allá de la interpretación y que representa esa triste realidad. Por eso de la naturalidad, echan un poco para atrás los momentos en los que se huye de ella. Hay una escena en la que se está disputando un partido en un campo de tierra, en el que un par de sus actores con su excesiva caricaturización, restan realismo y sobre todo la seriedad que merece el momento. Uno de los protagonistas se pone a calentar y un los compañeros que se han quedado en el banquillo empiezan a con su retaila de insultos racistas y sus grotescas imitaciones de un mono. Es tan esperpéntico y tan deleznable, que si el director hubiera decidido cargarse la escena en montaje, nos habría evitado un minuto de vergüenza ajena.
Buen trabajo actoral en general a pesar de este apunte, aunque para los que no tienen ningún inconveniente en que un torneo se dispute en un país en el que no se respeten los derechos humanos o que quiera pasar por alto algo tan grave como el tráfico infantil, no les gustará ver a Willy Toledo y a Carlos Bardem trabajando en la película, por aquello de sus ideas políticas. Sin embargo, algunas de estas personas no tendrán tanto problema en alabar la obra cinematográfica de Roman Polanski o la interpretación de Marlon Brando en El último tango en París. En fin.
Espero que una película como esta sirva para hacernos reflexionar como sociedad. A ver si ahora, que parece que ciertos comentarios xenófobos y racistas sobre los inmigrantes son tendencia en foros tan importantes como puede ser el Congreso de los Diputados, empezamos a ver a estas personas con otra mirada. Porque casi nadie suele salir de su país a buscarse la vida por gusto. Eso es un privilegio que tenemos los occidentales. Nosotros somos los del Erasmus y los de vivir la experiencia en otros países. Gente como los protagonistas de Diamantes negros son los de jugarse la vida en pateras y sobrevivir, que no vivir, en Europa
Título: Diamantes negros | |
Director: Miguel Alcantud | |
Guión: Miguel Alcantud | |
Año: 2013 | |
Duración: 100 min. |