¿Es cosa mía o aquello del falso nueve se ha pasado de moda? Ya se escucha poco. Hubo una época en la que si no jugabas sin un delantero de verdad eras poco más que imbécil. Lo que molaba era que cualquiera de tus jugadores anduviera deambulando por el campo y que apareciera de vez en cuando donde se movían los nueves de antes para finalizar las jugadas. Pero llegó un momento en el que ya no valía con qué cualquiera pudiera ocupar el espacio del delantero en determinados momentos del juego, si no que había especialistas en la materia. Pero, si un jugador que no es delantero acaba haciendo esa función de falso nueve de manera habitual, siendo ese tipo el que siempre acaba metiéndose en esa posición, ¿no le convierte eso un un auténtico nueve?
Mira si estuvo de moda aquello que hasta ocuparon esa posición en el terreno literario. Falso nueve es una novela de Philip Kerr de género detectivesco de un entrenador al que el Barça se la lía para que haga más de espía de una de sus estrellas que de técnico. Curioso porque lo del falso nueve se asocia mucho al Barcelona y sobre todo a Guardiola. Pero también es cierto, que hasta al técnico del Manchester City se le ha quedado olvidado el concepto, porque cuando te ponen en el vestuario a un tipo como Haaland, se te quita la tontería enseguida. Habiendo dinero para comprar gol, quién quiere la marca blanca.
Cuando alguien al qué no le interesa mucho al fútbol te hace la pregunta de qué es un falso nueve, lo fácil es contestar con un Lionel Messi. Pero un tío que te marca cuarenta goles por temporada, para mi está hablando de un nueve de verdad, porque ser nueve tiene que ser sinónimo de hincharte a marcar. Luego ya podemos hablar de que si viene a recibir o que si hace jugar, como pasa (o pasaba) con Benzema. Pero si se te caen los goles, eres un delantero centro como Dios manda. Y si el entrenador de turno no lo ve así, pues que quieres que te diga, no tiene ni idea de esto.
Yo si pienso en falso nueve se me viene a la cabeza esos jugadores que aún jugando de delantero centro acaban las temporadas con registros goleadores de Sergio Ramos. Esos sí que cumplen la definición porque nos engañan a todos: “Yo juego de nueve, pero que marque otro que me mareo”. Es el tipo de jugador que nos retrotrae a los Kiko o Kluivert (ojo que su hijo va por el mismo camino). Futbolistas con una técnica envidiable, con un gran talento para el control y la filigrana, pero que de cara a gol se encontraban con ciertas dificultades. Se decía de jugadores así que “no marcan, pero juegan para los demás”. Pues perdona, para eso no me gasto los cuartos en alguien así, porque si necesito meter ahí a uno que controle de espaldas para que marque otro, al final hay que gastarse el dinero en el que pasa y en el que marca. El delantero que se busque la vida, como ha hecho siempre.
Pero amigo, ¿qué es ser un falso nueve? Porque hasta este momento he elucubrado en cuanto al concepto más canónico de los Cesc Fábregas o Gündoğan y mi paja mental con Kiko y Kluivert (que hay que decir que eran buenísimos y vistosos). Pero si queremos definir la posición de verdad, el auténtico falso nueve soy yo y otros tantos de mi calaña. Tras tropecientos años en esto del balompié, aunque sea en el muchas veces denostado fútbol sala y en las peores divisiones del fútbol local, ser un falso nueve es presentarse delante de un portero (que probablemente es tan malo como tú) de manera ocasional y que se te haga de noche. Para falsos nueves como a mi, no hacen faltas triquiñuelas como ponerse camisetas naranjas bien chillonas para engañar al cerebro como hacía Santi Cañizares. Bastante tiene uno con no tropezarse con uno mismo.
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