Estimados millennials. Sé que para vosotros hablar de fútbol gallego básicamente es hacerlo del Celta de Vigo y de Iago Aspas. Alguno conservará algún recuerdo de aquel Deportivo de la Coruña que peleaba de tú a tú con el Real Madrid, el F. C. Barcelona y a las grandes potencias europeas en la Champions. Pero hubo una época en la que en la tierra del Apóstol Santiago, La SD Compostela recorría los estadios de Primera División. Y en ese equipo que vestía una camiseta mitad blanca y mitad celeste, había un centrocampista brasileño que peregrinó a Santiago: Fabiano Soares.
En mi mente, que es la única fuente de conocimiento válida en esta sección, Fabiano era la gran figura del ‘Compos’, quizá compartida con Gudelj, goleador bosnio de aquel equipo. Y mi recuerdo me hace pensar en el brasileño como un jugador técnicamente impecable, de buen toque e imaginativo, a pesar de esa cara poco amable y ese pelo tupido que casi se le juntaba con las cejas. Pero no sé si esa idea de jugador habilidoso es real o porque en aquellos finales de los noventa vivíamos con una imagen de que en Brasil todo era ‘fútbol samba’ y que todos los jugadores que llegaban desde allí eran fabricados con el molde de Romario. Lo que no nos habían explicado en ese momento es que Brasil era una fábrica que manufactura casi en cadena a los ‘Felipes Melo’ o ‘Emersons de turno’. Por lo tanto, quién sabe si Fabiano no era más como uno de estos gladiadores que un fino estilista de corte ‘garrinchiano’.
Acabó en el Compostela por un cabreo. Con más de cien partidos con el Celta de Vigo, malos rollos con la directiva cuando estaban cerrando su renovación pusieron sobre aviso a José María Caneda que se lo llevó a su ‘Compos’ para convertirlo en su buque insignia. Nadie se ha puesto más veces esa camiseta que Fabiano, que jugó – según Wikipedia – 357 partidos.
Testigo de excepción de uno de los goles más icónicos de la liga española como es aquel que hizo Ronaldo Nazario en el Multiusos de San Lázaro del que se puede ver alguna fotografía en la que de fondo se ve a un Fabiano Soares con el brazalete de capitán observando como su compatriota – los dos con pasado en el Cruzeiro – dejaba en evidencia a José Ramón o Bellido entre otros.
Todavía idolatrado por los compostelanos, sobrevive como entrenador de fortuna. Si el Compostela tiene algún problema, y si logra dar con él – algo aparentemente sencillo porque por lo visto tiene casa en Coruña -, quizá pueda contratarlo (a la tercera va la vencida).