Florencia tiene fama de bonita. Pero no bonita como lo puede ser una concha cogida en la playa de Torrevieja o una muñeca hecha de ganchillo. Bonita de quitar el hipo. Suficiente para que el famoso síndrome de Stendhal surgiera allí. Pero en Florencia no sólo se respira arte, también fútbol. La Fiorentina no será de los equipos más laureados de Italia, pero sí un club icónico y que dejó huella en los criados en los noventa. Parte de la culpa es su camiseta, de ese color violeta que la hace única.
No es sólo el color hizo que la camiseta de la Fiorentina se convirtiese en un objeto codiciado por los críos de la época. También por su publicidad. A finales de los noventa Nintendo puso pasta y serigrafió su logo encima del morado. Era la época en la que los chavales flipábamos con las primeras consolas. Adiós a los salones recreativos, hola a la diversión en casa.
En los hogares españoles había una especie de guerra entre los usuarios de Nintendo y los de Sega. Una diatriba que no era tanto por datos objetivos, como por qué videoconsola habían cogido los padres en las tiendas para colocarla encima de las zapatillas en el día de Reyes o para empaquetarla como regalo de comunión.
Tener consola en los noventa era todo un acontecimiento. En mi memoria sigue marcado el día que mi tío, tras una visita a El Corte Inglés, apareció en casa con una Atari 2600. Aquellas líneas rectas, donde la forma redonda era irreproducible y donde la variedad de colores escaseaba, encontré un mundo lleno de horas de diversión solitarias y en compañía. Porque antes de los online, se iba a las casas de la gente a jugar a la consola.
Pero Nintendo no fue la única culpable de que esa camiseta de la Fiorentina calara tan adentro. La cosa es que la llevaba Batistuta. Un delantero argentino al que apenas habíamos visto jugar, porque las posibilidades eran otras, pero que nos apasionaba. Lo hacía por su nombre, por su melena y por aquello que se decía de que no le gustaba jugar al fútbol. Que tío, ahí hinchándose a meter goles con la Fiorentina y Argentina, y encima se aburría. Quien se va a aburrir con Rui Costa al lado.
Batistuta también fue icono futbolero. Lo era porque en el Pro Evolution de la Play Station era un auténtico máquina. Pegaba unos zurriagazos que hacían temblar a los rivales. Me río yo de Gigi Riva. Encima formaba parte de la selección de resto del mundo con la que te podías enfrentar a Europa. Menudos pelotazos se llevó Oliver Kahn. Y que bien le quedaba el morado de la Fiore.