Podría empezar este artículo con la habitual frase “odio al fútbol moderno” por eso que está tan en boga ahora como es la multipropiedad. ¿Qué es eso de la multipropiedad en el fútbol? Pues esos clubes al estilo Manchester City que son dueños de otros tantos equipos formando un conglomerado que les viene de lujo para mover jugadores de un lado para otro, bien para que unos se fogueen, bien para que los que estorban se vayan a dar por saco al equipo más deleznable que tenga el club matriz.
A mi lo que me toca de cerca es el Alcorcón, que ya hace tiempo que sabe lo que es vivir así. Y no, la situación no es tan sabrosa como la del Girona. La multipropiedad que me interesa no es la actual con los americanos. Primero porque no sé ni qué tienen en cartera. Segundo, porque la del belga que estaba antes me cuadra más. Aquel hombre era dueño de tropecientos equipos. Aquel modelo sí que encajaba en lo descrito al final del primer párrafo. El hombre tenía como juguete favorito al Standard de Lieja y luego otros como el Charlton Athletic de Inglaterra o el Carl Zeiss Jena alemán. Pero si había algo parecido a un pozo de mierda era el Alcorcón (más aún que el Újpest FC de Hungría). Allí colocó a alguno de esos futbolistas que no servían ni para estar escondidos. Os puedo dar los nombres de Dudu Biton o Guillermo Méndez, pero si buscáis en internet sobre ellos, apenas tendréis resultados y pensaréis que son jugadores inventados de la liga master del PES.
La palabra multipropiedad, que tan nueva parece y que está tan de moda, es algo de sobra conocido para los que nos crecimos en los noventa. Raro es el que no conozca a alguien que tuviera un apartamento en Denia en multipropiedad. Pagabas un dinero y te asegurabas una o dos semanas de vacaciones, en algún mes en el que no te apeteciera ir a la playa, en una casa que era tuya y de otros cincuenta. Un apartamento que era tuyo, pero en el que no podías poner tu nombre en el buzón o colgar un póster de la Alemania del Mundial de Italia 90, porque lo mismo el que venía era más de la Argentina de Bilardo y se le podían cruzar los cables.
Los padres de un amigo del barrio tenían una multipropiedad. También un Laserdisk (adivinaban bien por dónde iban a ir las tendencias). No recuerdo bien si era en Canarias o dónde. El caso es que podías ir a otro apartamento en otro sitio, pero pagabas un extra. Si no te podías pedir vacaciones cuando te correspondía, podías pedir otra fecha. Pero también pagabas un extra.
Mucha gente que se acabó hartando de la multipropiedad dejó de pagar y hasta luego. Pero me pregunto, ¿Qué habrán hecho con todos esos apartamentos? Y más interesante aún, ¿habrá alguien que siga yendo todos los veranos a su apartamento en multipropiedad en Denia en la semana que le toca como hace 25 años? Sí existe esa persona, quiero conocerla.
En el fútbol la multipropiedad no tiene pinta de extinguirse. Tener la posibilidad de mover a jugadores a tu antojo en tu universo Marvel es perfecto para el desarrollo de tus inversiones. Pero la polémica está calentita, porque parece que está feo que dos equipos de un mismo dueño se enfrenten. Porque claro, ¿cómo va a perder el equipo principal con una de los que están debajo en la estructura? Un derbi entre Red Bulles, que preciosidad. Ya no es que esté feo, por lo visto está prohibido. O no, porque ya se ha dado el caso. Pero estas cosas se resuelven rápido si eres alguien que tiene dinero. Es como la multipropiedad en Denia, si pagas puedes.