15 de diciembre de 2024

No quiero ser tan ‘profesional’ como Alexander Sørloth

Alexander Sørloth celebrando un gol con el Villarreal
Alexander Sørloth celebrando un gol con el Villarreal – Foto de www.castellonplaza.com

Estoy muy orgulloso de mi padre porque siempre fue un gran ejemplo de profesionalidad. Con su grupo electrógeno echando chispas, soldaba hierro como Lionel Messi sienta rivales en el césped. La máscara siempre en su sitio para evitar disgustos y siempre dispuesto a dar los puntos de soldadura que la empresa precisara.

Tanto es así, que el día que yo nací mi padre no estuvo presente. Aquel día de abril de 1984, una pila de somieres deseosos de entrar en una furgoneta rumbo a multitud de tiendas de Madrid no podían esperar. Para coger la mano a mi madre durante las contracciones o sujetarme mientras la atendían ya estaba mi abuela. Aquel acto de profesionalidad que tuvo mi padre me llena de orgullo cada vez que pienso en él.

Obviamente esto no pasó. Mi padre, como cualquiera que sea una persona medio normal, no acudió aquel día a su puesto de trabajo y estuvo en el hospital pendiente de que todo saliera como es debido. Es más, de haber sucedido así, más que orgullo sentiría vergüenza de que mi padre hubiera antepuesto unos puntos de soldadura al nacimiento de su primogénito y a la postre único vástago.

Por eso me cuesta tragar con esos intentos de encumbrar a futbolistas y deportistas en general que sacrifican el nacimiento de sus hijos por intentar rascar tres puntos. Lo hemos visto hace poco con Alexander Sørloth, delantero del Villarreal, que prefirió ir a Almería para pelear por ser el pichichi que estar con su familia. Y su decisión no es lo único que me choca, sino el intento del club y de algunos medios de comunicación de resaltar este acto como una gran proeza y tildarlo de un acto de compromiso y profesionalidad.

Estas cosas nos tendrían que hacer reflexionar sobre cómo hemos sobredimensionado la importancia del fútbol. Nos apasiona, se mueve mucha pasta, lograr una permanencia o una plaza europea puede determinar el futuro de puestos de trabajo. Pero como ya he escrito otras veces, se nos olvida que en esencia el fútbol es un juego.

No sé lo que me deparará el futuro, pero si algo tengo claro es que no quiero ser un padre como Sørloth. Prefiero ser un padre como el mío.

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