15 de diciembre de 2024
Árbitro mostrando el tiempo añadido de un partido.

¿Por qué lo llaman descuento cuando quieren decir añadido?

Árbitro enseñando el tiempo añadido en un partido.

Al departamento de I+T del fútbol se le está yendo de las manos. No lo digo por las retransmisiones multicámara. Tampoco por las pantallas partidas. Ni siquiera por el VAR o el fuera de juego automático. Es lo del invento de añadir un minuto en los partidos por cada gol marcado lo que me da repelús. Gracias señores que se juntan en torno a una mesa llena de vino y otras viandas para haver esos brainstorming. No necesitábamos que el tiempo de descuento en el fútbol hiciera que los encuentros se acercasen a la duración de un partido con prórroga. Debe de haber  marcadores de estadios modestos que seguro que ni están preparados para mostrar el número cien. 

La de partidos que habré jugado deseando que acabaran antes de tiempo. Por la vergüenza, claro. Partidos de fútbol sala domingos a la 9 de la mañana, habiendo dormido dos o tres horas escasas, en pistas exteriores y con temperaturas de invierno. Un marcador de 8-0 en contra desalentador. Y un rival al que marcar emanando un hedor a alcohol de las copas que se ha tomado horas antes del partido. Encima la humillación de irse de ti en todas la jugadas. Si el árbitro hubiera alargado la humillación ocho minutos más quizá habría colgado las botas hace muchos años. O habrían puesto el nombre del colegiado al polideportivo.

No quiero repetir argumentos de terceros, sobre todo porque ya han quedado bien explicados. Carlos Marañón, el director de la revista Cinemania y goleador, ya ha refunfuñado en un par de ocasiones que el gol y su celebración forma parte intrínseca de este deporte. No le falta razón. A mi como siempre se me ha hecho de noche delante de los porteros, no me lo había ni planteado.

Pero más allá de eso, hay otra cosa que me asquea del descuento en el fútbol. Es la propia palabra: DESCUENTO. ¿Por qué descuento? Me imagino entrar a una tienda de ropa y acercarme con un cupón de descuento de 5 euros a comprar una prenda de 15. Llegar a la caja, pasar el producto por la pistola y después el escaneo del cupón. El que cobra dice: “Son 20 euros”. ¿A que no hace gracia? La cosa está en que la palabra descontar entraña restar. Pero, ¿por qué hemos asimilado con esa naturalidad llamarlo descuento?

Tiempo añadido, tiempo extra, alargue. El diccionario nos brinda un gran abanico de posibilidades para referirnos correctamente a esta situación del juego. Aunque es algo muy español. Pasa también con el tema de los cambios. Nos hemos acostumbrado a lo de “sale fulanito al campo”. Para mí, el que sale es el que se va. Es como el metro: “dejen salir antes de entrar”. Primero se sale el que está jugando, como el que va en el vagón y a continuación entra el suplente o el nuevo pasajero. Dice la red de redes que el mayor tiempo de descuento en un partido de futbol fue en un partido de Copa Libertadores en 1962. Tres horas y media de partido.

¿Serán capaces de igualar el récord? Si damos un par de minutos de pausa de hidratación en cada parte, si añadimos por ejemplo 5 minutos por los chorrocientos cambios que se hacen ahora. Vamos a meter también un par de minutos de revisión del VAR por una jugada polémica y otros tantos por uno fingiendo una lesión.  Tendrían que marcarse 107 goles para llegar a esa marca. Ya se les ocurrirá a los científicos del balompié.

Árbitro mostrando el tiempo añadido de un partido.

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