La imagen de Ricardo Rocha me retrotrae a mi infancia. Me evoca a esa época en que mis padres tenían la potestad de fastidiarme un sábado de fútbol callejero para ir a comer a casa de unos amigos suyos. Siempre recordaré una fotografía en uno de esos salones. En él, la mujer del amigo de mi padre posaba junto al central bigotudo. El brasileño compartía protagonismo en el salón junto a las fotos de la boda, la del bautizo de sus dos muchachos y un cuadro con el escudo del Betis.
Ya sea dicho en esta web que vivíamos en los primeros noventa con la sensación aquella de que los defensas centrales brasileños no daban mucha seguridad. A este había que sumarle un aspecto peculiar. El famoso bigote de Ricardo Rocha le hacía parecer un detective privado que se disfrazaba para pasar desapercibido en una investigación. Un pelo bajo la nariz que daba la sensación de ser de pega. Sólo le faltaban unas gafas con nariz y un ejemplar del Marca con dos agujeros para pasar desapercibido.
A eso había que sumarle su fama de marcarse goles en propia puerta con cierta facilidad. La sensación para un niño como yo era la de un tipo con problemas de orientación que nunca tenía clara dónde estaba la portería a la que debían atacar. Y aunque todo era más exagerado de lo que era en realidad, en su breve paso por el Real Madrid (dos temporadas) dejó más de un auto gol para el recuerdo.
Contra el Torino le clavó un golazo a Buyo tras despejar de chilena y otro de cabeza imparable en un enfrentamiento con el Súper Dépor. Pero el más recordado está ligado a la famosa liga de Tenerife (a la primera). El Madrid se jugaba el título de liga en la última jornada en un partido ante los canarios que se antojaba sencillo. De hecho los blancos se pusieron dos goles por delante. Quique Estebaranz acotaría distancias, pero en una jugada de Pizzi que buscaba a Pier, se encontró a Rocha de por medio que volvía hacerle gol a su compañero Buyo. Después volvería a marcar el Tenerife y el Real Madrid se quedó sin título.
Curiosa la relación de goles en propia puerta y Ricardo Rocha, porque su fichaje por los blancos fue para sustituir a Predrag Spasic. Central famoso por dos cosas: parecer veinte años más mayor de lo que era y por marcarse un gol en propia puerta ante el Barça. Quien sabe, a lo mejor era culpa de Buyo que los confundía.
El Real Madrid fue el único equipo europeo en el que jugó Rocha. Al equipo blanco se lo trajo Ramón Mendoza porque había hecho una buena Copa América con Brasil, porque a lo tonto, el defensa jugó sesenta partidos con la canarinha logrando ser campeón del mundo en USA 94.
Pero a pesar de todo, en aquel Madrid que empezó entrenando Radomir Antic y que acabaría cogiendo Leo Beenhakker, Ricardo Rocha arrancó la temporada con buen pie. Las crónicas de la época hablan de él y de Paco Buyo como los mejores jugadores del Real Madrid en el arranque de la temporada.
Ya poco se sabe de Ricardo Rocha. La wikipedia afirma que llegó a ser seleccionador de Togo y por ahí se puede leer que anduvo en el Sao Paulo trabajando con la cantera. Obsesionado el tackle, el Sheriff, como así le llamaban por su mostacho, jugó 88 partidos con el Real Madrid y participó en dos mundiales. No está nada mal. Pero me pregunto, ¿seguirá presidiendo su foto el salón de aquella casa?