Sonic siempre soñó con enfundarse la camiseta del Deportivo de la Coruña. Por su velocidad se veía como extremo o como uno de esos carrileros modernos. Pero prefería lo de extremo, porque Manuel Pablo le parecía un muchacho apesadumbrado y no sabía si sabría lidiar con lo de ser suplente de un puercoespín azul. Se veía desbordando por la banda derecha de Riazor poniendo centros medidos a la cabeza de Tristán o Mackay o marcándole un gol a César Sánchez en el centenariazo.
Pero había algo que le carcomía por dentro; ¿se adaptaría Tails a la vida en la Coruña? La lluvia en Galicia es el pan de cada día y Tails cuando se empapa huele a perro mojado. O a zorro mojado, que es lo que es. Eso le pone de muy mala leche. Por eso siempre le dice: “¿Por qué no fichas por el Espanyol? En Barcelona hay sol y playa y los colores te pegan igual”. Y le entiende, porque además se vuela con más alegría con el buen tiempo. Lo que pasa es que uno no elige al equipo del que es hincha. Eso es algo que surge.
De todas formas, lo de fichar por el Depor se quedó un sueño por culpa del Doctor Robotnik. Que afán por el mal la de ese señor. Todo el día secuestrando, sembrando el terror con esos robots que montaba. ¿Cómo iba Sonic a abandonar su archipiélago con este magnate del mal campando aterrorizando a todos? Era esos días en los que tenía que echarse la responsabilidad del héroes a su puntiaguda espalda cuando más se emocionaba leyendo la carta con el membrete del Deportivo de la Coruña que guardaba en el cajón de la mesilla de noche: “Estimado Don Sonic, sería todo un honor contar con su incorporación para formar parte de la familia deportivista en el nuevo proyecto. Su velocidad y su capacidad para encarar son virtudes que este club necesita. Firmado: Arsenio Iglesias”.
En alguna ocasión había fantaseado en sus cartas con Mario Bros sobre futuros enfrentamientos en la liga española. Porque aunque los orígenes de Mario son italianos y en su casa siempre habían sido seguidores del Génova, Osasuna era el equipo de sus sueños. Aunque él era un perfil más como el de Romario, más por el talento que por la vida disoluta, porque Mario era un profesional tanto de la fontanería como de rescatar princesas. Pero la realidad es que él decidió dedicar su vida a las carreras de Karts, con la idea de pescar un puesto de probador en alguna escudería de Fórmula 1.
A Sonic ya se le pasó el tren de ser futbolista por la edad. Ya ni siquiera el Dépor es el mismo club que se paseaba por Europa. Pero ahora que parece que el Doctor Robotnik está más tranquilo y medio jubilado, los sueños futboleros vuelven a revolotear por su cabeza. Lo que quiere es ser entrenador y como no del Dépor. ¿Por qué no iba a ser él quien devolviera al equipo a Primera? Tenía en mente su libreto de juego con un equipo que iba a girar en torno a Lucas Pérez. Pero de momento a la isla no han llegado los cursos para hacerse entrenador. Por lo visto lo tienen que solicitar un mínimo de personas para que salga adelante.